A Diego
Si se sentasen a recordar
aquellas noches perdidas en la gran noche
y la sangre que aprisionaron sus puños
Si cambiaran sus nombres, sus rostro
la luz que los dio a luz
si perdieran en el humo de una explosión
el astuto recurso para callar
Sólo entonces, sin certidumbres
sus dedos serían mutilados
el día, lejano, tan lejano
que de sus sonrisas no vierta el llanto
Ajenos a la muerte
ocultos de la vida
prendidos de un llamado que no existirá
comparten la desigualdad de las noches y las sombras
Pero en las mañanas,
cuando vuelven a sus sombreros
y las manos plantean nuevos lamentos
piensan que las letras y la sangre son uno
2 comentarios:
que hermoso hermano, esa sencillez me ha llevado a dar una vuelta por el circulo que nos atrapa... me hace pensar que todo lo que esta afuera del circulo no necesariamente es inalcanzable... que bakan leer esos dos instantes que medio definan mas de la mitad de todo lo que creamos y todo lo que creemos... hay que sentir hermano, fundir sangre y letras y hacerlo con la pasion misma con la que respiramos, casi sin darnos cuenta, fluida invisible y absolutamente vital y necesario...
"... las letras y la sangre son uno".. re bacán... hay una pasión contenida en estos versos, derramados como la sangre voluntaria, con cierto tinte de resentimiento, de dolor.. Te felicito.
Publicar un comentario