jueves, agosto 16, 2007

MIKOLA

Impronunciable, como todo
Nombre que sabe a lodo,
Sal de desierto,
Sangre redomada de tu colmillo flemático.

Un encuentro siniestro,
Sábanas esculpidas en los misterios del gozo:
Primario, ingobernable, falso,
Variante de cicatriz.

El tiempo que abre grietas en heridas maceradas,
Tamizadas en alcohol

Y ante todo tu mirada:
Sobreviviendo a la ruina,
Abrevando la locura del cuerpo,

Y detrás de las costuras:
Grietas de la habitación que sostienen gemidos
Palideces roncas de un pasado oscuro
-la noche que todos tenemos, que pocos ventilamos-

Cuando el riesgo es seguir tus dientes ufanos de cuerpos,
Tus manos ablandadas en veneno humano,
Tu rostro experto, dispuesto siempre
A la crispación del gesto
-al amor y la muerte -
Y a sus variantes ignorantes:
Surcos de vida infame,
Silencios diaerríticos,
Abismos




Lo antinatural de respirar sobre otro cuerpo
Siempre se está solo.

jueves, agosto 09, 2007

Quién

¿Quién tiene derecho a estar vivo?
a poblar la montaña con los pies desnudos
a triangular sus ojos con el sol de mediodía
a recibir de las aguas el descanso
¿Quién tiene derecho a estar vivo?

domingo, agosto 05, 2007

Lima

Llegué a Lima una mañana, completamente borracho. En mi anterior parada compré, con cierto ingenio, una botella de ron barata y bien puesta.
Durante el viaje largo y frío bebí generosamente de la botella que había contrabandeado.
Contento ya, por la mañana, viendo correr las paupérrimas casas que se arriman a Lima para vivir, qué se yo, de sus desperdicios, sentí ganas de sacar la cabeza y los brazos por la ventana, y respirar la ciudad que me recibiría por algunos días.
En ese instante, un camión de carga que tenía poderosas vigas de madera a cada lado para proteger su mercancía chocó de lado contra el bus.
Realmente fue el raspón causado por dos vehículos circulando muy juntos y muy rápido.
Escuché un sonido y volteé. No recuerdo nada más.