domingo, septiembre 17, 2006

tE La ArañA




Se encienden las linternas, el cuarto empapado con humo, rota, sobre su cabeza; lo mira, desde las paredes, entre los hilos y la espiral.
Se recoge, se achica y tensa mientras la noche lo respira; cuándo cesarán las voces, se calmará como una brisa, hallará entre ramas su verdor, y recordará que otro siglo ha pasado.

se apagan,

giran y cambian de colores

Ya son grandes y pequeñas, repitiéndose en un cielo que nadie ve; mira el techo. Huele sus manos, se mueve sin pensamientos

y quiere volar, como un río.

¡Qué fácil se volvería la vida si la guardáramos entre cristales!

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