jueves, octubre 18, 2007

Habitación con vista

¡Guarda en tu cuerpo este océano
de palabras oscuras
que sólo se pronuncian
por la noche!

De tus caderas me queda
el recuerdo del agua
que las desborda.
Y la luna en tu pecho,
y tu pelo que danza sobre mi pecho.

Acostada tu cuerpo parece una nube
o el canto del cielo limpio.
La ciudad que nos cobija entre sábanas,
que te esconde y luego te empuja lejos
de la muerte

Empujada, te vas llenando de color,
tu rostro pálido se transforma
se converge hasta el paroxismo
de la siguiente acometida.

¡Las trampas que he de inventar,
en la madrugada –la hora en que tus senos brillan en la oscuridad!

Los olores, que se graban como signos,
como líneas, curvilíneas, y círculos y espirales
entrecruzados en el abrazo
en el cuello que recorre mi nariz, que inhala
tu aire, que se escapa por mis dedos
que se retiene en mi sangre.

Ahora me ves y yo veo:
Tu simpleza
Tus ganas
Tú,
Ondulante tú,
Tus piernas (no sé cuantas)
Tus dedos que aprisionan mi corazón
Y un silencio que se ahoga a nuestro rededor.

¡Ondulantes las formas que miras, las mentiras
que cargas, la capa de ozono que te cubre frente a los demás!

En la humedad de la noche, de tu cuerpo sobre el mío,
de mi mano en tus caderas, del tiempo que recuerda,
de la luna en las sábanas, del reposo en el ahora,
de mi mente que divaga, de la ciudad que se levanta,
y te levantará, y te llevará de mi lado si te vas
con estas palabras de la noche.

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