lunes, diciembre 13, 2010

Regresamos desde el exilio...

El ejercicio de la escritura es una fuerza irreductible contra la que toda labor resulta una maniobra inútil; por más fuertes que sean arrojadas las piedras, las palabras, se termina reducido a arena antigua, cansada de enfrentarse a un muro invencible.

La fractura de mis vidas son imagenes perturbadas que se confrontan nerviosas,
es mi olvido de la escritura,
el cascajo compuesto de mis manos,
esta huida itinerante de lo que fui y ahora me es ajeno.

Me miro como un recuerdo furioso de temblar,
incapaz de encontrar los motivos de mi resistencia,
-mientras leo esta confesión, otra parte de mi está muriendo en el hospital- ,
sentado a esperar mi condena, en una ciudad donde cada esquina anida un revólver y un desocupado.

Estoy suficientemente cansado de romper los huesos que me quedan en exhibiciones peregrinas,
por eso camino a pérdida;
no hay nada que pueda escribir y valga la pena o que no haya sido rasguñado ya,
por otro mejor que yo.

Arriva todo con retardo y sin embargo no podré registrar todo lo que corra frente a mis ojos frenéticos.

Este cansancio de no ser me ha revelado una angustia franca;
la de un incendio incesante y dilatado al que los animales temen;
la de encender un cigarrillo con la decisión y calma de un asesino del que todos se alejan.

Es monstruoso explorar el proprio vértigo,
es infame tener el talento de exponer la vida en una mesa y destruirla indefinidamente
con un puñal de otra lengua,
con un exilio escogido por temor al futuro y a la insensibilidad,
es cruel no ver al hijo prematuro,
y saber que los amigos han olvidado el modo en que servías el alcohol en muro inclinado,
es terrible tener que irse y cambiar sin que el dolor se tamize nunca;
porque nadie sabe de ésta pobreza,
más grande que la de Haiti,
más infernal que la de todos los mineros de Chile,
más insufrible que llorar en Pompeya o frente a un desconocido porque has perdido la última colilla y ahora no queda nada para aplacar la miseria interna.

No importa cuanto uno se aleje del origen, en todo lugar el infierno emerge en un orinal, en un hexágono, en un espejo.

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