viernes, noviembre 09, 2007

SUEÑO

Un par de meses post quem el derrumbe de un edificio viejo, tras viajar entre los escombros, el presente texto fue hallado en el basurero municipal. La publicación del mismo pretende servir de anzuelo para hallar el resto. Se convoca a una búsqueda masiva en cada basurero particular a fin de dar trabajo a las costureras.

Pensaba: «Éste debe ser el principio que algún momento leía en los libros que no se han escrito aún», y le parecía que con imaginarlo esos libros se escribirían al momento.

Todo era oscuro y sin embargo veía las sombras que bailaban sobre la oscuridad. Sentía que sus ojos permanecían cerrados aún sin saber dónde se hallaba. No podía pensar, en realidad no le gustaba pensar y eso le daba cierta comodidad en medio de una gran incertidumbre. Escuchaba voces lejanas, pero tenía la impresión de que venían acercándose y que dentro de poco podría incluso verlas.

Como un recuerdo, pensaba que en algún momento el sol se había caído del cielo y que no se había dado cuenta de cuándo ni por qué.

Miraba al cielo, lo imaginaba pues en realidad no había ningún cielo; un movimiento en todas las direcciones del que se desprendían una especie de luces, era en verdad lo que percibía, y luego una calma profunda, oscura.

Entonces se miraba adentro y tampoco ahí algo tenía sentido. Se daba cuenta de que aún no estaba hecho; carecía de forma alguna pero podía entender todas las formas posibles que iban brotando por apenas instantes dentro del movimiento.

«Todo ha terminado», y sorprendía al pensarlo, pues se daba cuenta de que no había pensamiento alguno.

Las voces se acercaban y podía distinguir que eran voces de mujeres. Una fuerza femenina comenzaba a abrigarlo y el movimiento desértico se iba asentando.

¡Las sombras que bailaban, ya lo podía distinguir, eran las mismas voces! La oscuridad se volvía más profunda y el calor más insoportable.

Todo quedaba calmo.

En su corazón brotaba la angustia, pues ese nombre le puso, y una extraña emoción: un sentido de belleza que dibujaba una lágrima luminosa que, al caer, se convertía en fuego.

«Fuego» lo nombraba. Y ese fuego movía todo lo que se iba formando, lo ordenaba, le daba sentido…

Sentía que se rompía de poco en menos, sentía de pronto sus manos y que tenía un cuerpo en algún lugar.

Despertaba.

1 comentario:

Chopán dijo...

me gusta mucho la imagen final; esa lágrima y ese fuego que hacen se altere el orden. Felicitaciones Sr. Gato en el Zapato.